Michel Haneke concibe el cine como una fuerza alegórica que nos habla a de los tiempos que transcurren o de anécdotas de pasado que siempre regresa.
El listón blanco (Austria / Francia, 2010) alude a los tiempos en que se gestaba una realidad siniestra, un fantasma que recorría Europa. En un poblado de Alemania, en la víspera de la Primera Guerra Mundial, los niños organizan un coro junto al profesor del pueblo, sus familias y otros pobladores. La vida de todos se revolucionará ante nuevos acontecimientos que parecen obedecer a un ritual de castigo. ¿Quién está detrás de todo esto?
Más que entregarnos un relato donde sabremos quien cometió los crímenes, Haneke, nos entrega un filme alegórico en torno a la capitulación ante el poder, de cómo una generación creció en base al resentimiento, a la rigidez moral y al adiestramiento marcial que sería el caldo de cultivo del nacional socialismo.
Como en muchas de sus películas, el pequeño pueblo es una metáfora de una Europa en crisis, la aldea como el ámbito doméstico donde florecería el huevo de la serpiente del fascismo.
Partiendo de una lectura de la historia, Haneke hace un escrutinio de los tiempos previos a la primera guerra mundial, los tiempos del avasallamiento voluntario que buscaba la pureza de un pueblo, pero que no dejaba de lado recelo social, la frustración y el odio.
En la sinopsis de la película cerraba el párrafo con la pregunta: ¿Quién está detrás de todo esto? Y la repuesta para Haneke radica en el sentimiento de miseria moral que puebla el resentimiento de la clase burguesa, un sentimiento que retrata como horror subterráneo que va transmitiéndose de los padres a los hijos.
Para el director de La pianista, Juegos divertidos, Caché, La hora del lobo, entre otros filmes el retrato alegórico de la Europa previa a la Primera guerra, no es sino un reflejo de la crisis de la Europa (contemporánea que volviendo a morder la cola de la serpiente, vuelve a sentir el fluir de un horror subterráneo que es poblado por el recelo social y el odio de la clase en crisis. Pero nunca ha dejado de estar, sino que, como El listón blanco retrata, una crisis de la burguesía que hasta fechas recientes sigue en su naufragio.